domingo, 25 de abril de 2010

¿CÓMO AYUDAR A TU HIJ0/A HIPERACTIVO?



Para modificar determinadas actitudes, como la agresividad o la desobediencia, se emplean técnicas de modificación de conducta que se basan en la psicología conductista. La idea es la siguiente, todo comportamiento es una forma aprendida de responder a determinadas circunstancias. Cuando lo que obtenemos al responder de determinada manera es bueno, agradable o sirve a nuestros propósitos, esa respuesta se instaura en nosotros, es decir, la aprendemos y siempre que nos vemos en circunstancias similares respondemos igual. Por el contrario, si con nuestra actuación no logramos lo esperado, desechamos la respuesta como "no válida" y dejamos de emplearla. Esto supone que tu actitud es fundamental a la hora de manejar la de tu hijo, ya que es la que le proporciona la información de si sus respuestas son adecuadas y sirven a sus propósitos o, por el contrario, debe sustituirlas por otras. Los padres pueden, sin darse cuenta, fomentar las respuestas inadecuadas. Un ejemplo muy claro es cuando se cede a un capricho, que se ha negado en un principio, para contener una rabieta. La conclusión del niño en esta ocasión es clara (y muy lógica): "enfadándome, gritando y tirando las cosas consigo lo que yo quiero". Resultado: cada vez recurrirá con más frecuencia a las pataletas.
Las técnicas de modificación de conducta lo que hacen es controlar las consecuencias de las acciones convirtiéndolas en agradables, a través del "refuerzo positivo", o desagradables mediante el "castigo". Aquellas conductas del niño a las que siga un "refuerzo positivo" serán aprendidas como útiles y se repetirán; aquellas otras a las que acompañe un "castigo" terminarán desapareciendo. Los refuerzos pueden ser muy variados. Al principio, cuando una actitud está muy instaurada, se recurre a recompensas de tipo material (un juguete, una chuchería, etc.). Posteriormente se van restringiendo este tipo de refuerzos para que el niño no haga las cosas por el premio sino por que realmente ha adquirido nuevas actitudes con las que se siente más satisfecho. Para ello, desde el principio (junto con las recompensas materiales) y a lo largo del tiempo (cuando ya se han eliminado aquellas) el niño debe recibir refuerzos sociales como abrazos, alabanzas o cualquier otra manifestación de afecto por lo bien que ha actuado. Por otra parte, los castigos que siguen a las conductas que deseamos eliminar serán cosas como quedarse sin ver la tele o recoger el cuarto, pero jamás castigos físicos. Además, todo castigo debe ir acompañado del refuerzo de la conducta alternativa.
Una manera de aplicarlas es la siguiente: Piensa en alguna cosa que quieras cambiar de él, por ejemplo, que no se levante de la mesa mientras come. Ya tienes establecido el objetivo general. Ahora, en función de la problemática, piensa cuándo y cómo vas a reforzar el cambio de comportamiento: si tu hijo no aguanta más de tres minutos seguidos en la mesa, empieza por reforzar que consiga estar sentado al menos cinco minutos. Según le vaya resultando más sencillo cumplir el objetivo ve aumentando el tiempo hasta que, finalmente, reciba el premio sólo si permanece toda la comida sin levantarse. El siguiente paso es acordar el premio o refuerzo. En este caso lo más apropiado es un sistema de puntos o fichas canjeables. Elabora con tu hijo una lista de cosas que le gustaría hacer o conseguir y pon a cada cosa un valor en función de sus características: un caramelo 2 puntos, media hora más con el ordenador 8 puntos, ir al cine 14 puntos, comprar un juguete determinado 20 puntos, etc. Ya sólo queda ponerlo en práctica: cada vez que tu hijo cumpla el objetivo marcado refuérzale con un punto y cuando desee canjearlos dale la recompensa que le corresponda según acordasteis.
Es preciso diseñar el aprendizaje infantil a través de tareas fáciles de resolver y que garanticen experiencias de éxito.

miércoles, 21 de abril de 2010

¿Como explicar la muerte de un ser querido a un niño o niña de edad preescolar?



La muerte es innata al ser humano, sin embargo nos cuesta mucho hablar sobre ello, y más si hay que hacerlo con niños y niñas de corta edad.
Aunque muchos niños y niñas no comprenden lo que es la muerte, son sumamente sensibles a las reacciones que ésta ocasiona en los adultos, así como a la ausencia de la persona fallecida. Por este motivo es importante que se les diga la verdad, pues de lo contrario se confunden y manifiestan rencor debido al "abandono”. No debemos mentirles utilizando frases como:
“El abuelo se ha dormido”
“La abuela se ha ido a un gran viaje”
“Está en una estrella”

Con estas frases lejos de tranquilizarlos, lograremos que cojan miedo a irse a dormir por temor a no despertarse, asociar los viajes a las ausencias creándoles confusión hasta pueden llegar a tener miedo a viajar. Para introducir el tema de la muerte, debemos partir de todo lo que el niño desee saber o necesite saber y no de lo que el adulto interprete desde su visión.

¿Cómo explicarles que no vamos a ver más a ese ser querido?

Es importante transmitir la ausencia del fallecido en forma de un hecho definitivo (“no va a estar más con nosotros...), al principio estarán confundidos y nos harán preguntas para poderlo entender, entonces hay que explicarles el concepto de muerte de una forma clara y sencilla. Permitir siempre que nos hagan tantas preguntas como quieran y responderlas de la manera más sencilla posible. Unas pautas que se pueden utilizar son:

• Hacerlo con serenidad, dulzura y afecto.
• Usar palabras sencillas.
• Dedicar todo el tiempo que el niño necesite para esta comunicación y para asimilar sus consecuencias según sus directrices.
• Estar dispuesto a repetir muchas veces lo mismo.
• No añadir preguntas o comentarios que no se han hecho.
• Siéntese con ellos en un lugar tranquilo, abrácelos y explíqueles, en pocas palabras, cómo ha muerto el ser querido.
• Recuérdele que siempre permanecerá en nuestro recuerdo.

Inmaculada Mestres Morlá
Psicóloga colegiada nº- B-762

http://www.psicologiafenix.com/

viernes, 16 de abril de 2010

LA DESOBEDIENCIA EN EL NIÑO





¿Qué es desobedecer?

Se podría definir la conducta desobediente como la negativa a iniciar o completar una orden realizada por otra persona en un plazo determinado. Esta orden puede hacerse en el sentido de “hacer” o en el sentido de “no hacer”, de detener una determinada actividad.

Frecuencia y gravedad de las conductas de desobediencia

Una pregunta que con frecuencia se hacen los padres cuando un hijo presenta este tipo de problemas es hasta qué punto estas conductas son normales en un niño o constituyen algún tipo de patología.
El punto de partida entre lo normal y lo patológico se establece en función de la frecuencia de estas conductas, la gravedad de las mismas (no es lo mismo hacer caso omiso sin más de una orden dada por uno de los padres, que responder insultando, chillando o agrediendo a uno de ellos), el número de conductas que un niño exhibe, la diversidad de contextos en los que aparecen (en casa, en el colegio, etc.) y su aparición o no de forma espontánea a lo largo de su desarrollo.
La diferencia se debe establecer en términos de frecuencia, gravedad de los comportamientos exhibidos y grado de interferencia en el funcionamiento familiar, social y académico del niño.

¿Cómo se llega a estos comportamientos?

Los niños aprenden a comportarse. Tanto las conductas adecuadas como las inadecuadas dependen de las consecuencias. Si una conducta es reforzada,
es esperable que dicha conducta se mantenga en el futuro, si una conducta
no es reforzada o por el contrario es castigada, es esperable que dicho comportamiento desaparezca del repertorio conductual del niño. Los modelos desarrollados para explicar los comportamientos desobedientes ponen de manifiesto cómo éstos se mantienen porque son reforzados en la intervención padres-hijos tanto positivamente como negativamente.

Ejemplo de cómo las conductas inadecuadas y coercitivas del niño son reforzadas negativamente (Patterson)

APLICACIÓN DE UN ESTÍMULO AVERSIVO
La madre da una orden

RESPUESTA INADECIADA DEL NIÑO
El niño desobedece, llora, etc.

DESAPARICIÓN DEL ESTÍMULO AVERSIVO
La madre cede y retira la orden

Ejemplo de la escala de conductas coercitivas en la interacción padres-hijos

APLICACIÓN DE UN ESTIMULO AVERSIVO
La madre da una orden

RESPUESTA DEL NIÑO
El niño desobedece, llora, etc

APLICACIÓN DE OTRO ESTÍMULO AVERSIVO POR PARTE DE LA MADRE
La madre alza la voz y repite la orden

SEGUNDA RESPUESTA INADECUADA DEL NIÑO
El niño grita más alto y no obedece

APLICACIÓN OTRO ESTÍMULO AVERSIVO POR PARTE DE LA MADRE
La madre empieza a gritar y vuelve a repetir la orden

ELIMINACIÓN DE LA RESPUESTA INADECUADA DEL NIÑO
El niño obedece

La clave para una buena educación es:

PACIENCIA
CARIÑO
I
FIRMEZA



Inmaculada Mestres Morlá
Psicologa Colg. nº B762

http://www.psicologiafenix.com/

jueves, 15 de abril de 2010

LA DIFICIL TAREA DE EDUCAR


Cuando vamos a comprar cualquier aparato electrónico, por simple que sea, nos viene con un manual de instrucciones. Sin embargo cuando nace un hijo/a, nadie nos dice como debemos de educarlo y la mayoría de veces lo hacemos guiados por nuestra intuición, poniendo en práctica modelos que han utilizado nuestros educadores con nosotros, y/o utilizando la práctica del ensayo-error.

Padres y madres se enfrentan a la difícil tarea de educar a sus hijos, y muchas veces se ven desbordados por los problemas cotidianos, algunos de estos, suelen producirse por un exceso de protección, que hace que no soportemos que los niños/as lloren, se enfaden y cedemos a sus caprichos. Tenemos que tener en cuenta, que el llanto es una descarga emocional necesaria y cuando el niño se da cuenta que sucumbimos a sus deseos con el llanto, después será utilizado como estrategia para obtener todo lo que desee.

Las familias permisivas o sobreprotectoras se caracterizan por ser poco exigentes y tratan de evitar que sus hijos/as se enfrenten a las dificultades de la vida, y consideran que hay que darles todo lo que piden, especialmente aquello que los padres no pudieron tener. Suelen ser padres/madres que no ponen reglas ni limitaciones a sus hijos/as. Este estilo educativo dificulta en los niños/as el desarrollo personal, haciéndolos débiles e inseguros con baja autoestima, suelen ser poco tolerantes a la frustración y generalmente poco sociables.

¿Cómo evitar ser padres permisivos y sobreprotectores?
Lo ideal es proteger, no sobreproteger, y esto se logra confiando en las capacidades del niño/a.

Nuestro objetivo como padres y madres debería ser lograr educar para que nuestros hijos sean autónomos y responsables, es decir una educación asertiva que conlleva:
• Sensibilidad hacia las necesidades del hijo/a y su aceptación como ser diferenciado y único (Aceptación incondicional).
• Normas claras, y adecuadas a su edad
• Estimulación de autonomía e independencia del hijo/a con responsabilidad y libertad adecuada a la edad.
• Uso del diálogo y la negociación. Comunicación abierta y bidireccional padres/hijos.
• Fomentar un proceso de control externo de las normas orientado a la interiorización de las mismas.
• En la educación asertiva se sabe con antelación las consecuencias del cumplimiento o no de las normas y eso no depende del estado de ánimo de los padres, sino de lo hablado previamente. Se valora lo normal, se refuerza lo bien hecho, se destaca lo excepcional, se ignoran las pequeñas desviaciones (como propias del aprendizaje) y se corrigen las grandes. Este tipo de educación formará personas con:
• Un buen nivel de Autoestima
• Con sentido de responsabilidad
• Capaces de tomar decisiones
• Respetuoso con las normas.
• Sociables


El objetivo de la educación es dotar al niño/a del mayor número posible de comportamientos adaptativos. Para conseguirlo, se proponen los principios de la Educación Asertiva: COMPRENSIÓN, TOLERANCIA y RESPONSABILIDAD COMPARTIDA